En el monasterio El Escorial no se hizo nada que no fuera supervisado por el rey Felipe II. Cualquier propuesta de sus colaboradores de más confianza: su bibliotecario, su cronista, su obrero mayor y su mano derecha, Juan de Herrera, eran discutida por todos para acordar lo que más conviniese para los proyectos del monarca. Así pues, vamos a conocer la obra del hombre más influyente en la España del XVI en materia de construcción, aunque no fuera arquitecto, sino aposentador real, cargo que le permitía estar en todas partes supervisando lo que se hacía: Juan de Herrera, primero ayudante, luego, director de obras y, por fin, artífice máximo del monasterio.
SABIO HETERODOXO
Este cántabro nació en Movellán, barrio perteneciente a Roiz, un pueblo de Valdaliga, en el año 1530, y fue desde muy joven militar, matemático, geómetra y seguidor de las enseñanzas de Ramón Llull. A pesar de ser el continuador de la obra de Juan Bautista de Toledo, no fue nombrado arquitecto hasta casi el final de las obras del monasterio de El Escorial, tal y como nos cuenta Amancio Portabales Pichel en Los verdaderos artífices de El Escorial. Pero en su condición de aposentador real, como he señalado, le resultaba mucho más útil al rey su diversificación como buen polímata renacentista.
El estilo que nace de su nombre, el Herreriano, es el mayor logro de la arquitectura hispana del siglo XVI, y trascendió hasta mucho tiempo después. Un estilo destacado por una extrema sobriedad en el uso de las formas, que se reduce prácticamente a las figuras básicas que