HOTEL
Existe una Ibiza -ciudad- que casi al lado del bullicioso casco antiguo de Dalt Vila vibra en otra sintonía. Una isla para quienes buscan equilibrio entre un estilo de vida mediterráneo y el espíritu bohemio, sin renunciar al lujo -silencioso y discreto-., en la cala, el turquesa del Mediterráneo y el dorado del sol de las Islas Baleares”. Las habitaciones y allegados retozan en madera natural, materiales nobles, fibras -birriba, teka, cañizo y ratán-, toques de bronce y cerámicas y obras de artistas locales como Aldo Kovac o Wili Pauer. Una alegría de diseños a medida, únicos y originales, y telas de tonos aguados y texturas, de Casamance y Naturtex, que pueblan un ambiente instalado en la calma y la energía salvaje de la isla. Y como remate, ¡tan acertado!, inmensos ventanales, de suelo a techo, que permiten la entrada a oleadas del mar. “Al momento de entrar en el hotel se nota un cambio de energía. El huésped se conecta con un sentimiento especial que provocan las vistas de la piscina, el mar y el cielo en el mismo plano. Es la pura esencia y espíritu de vacaciones”, asegura la directora. En el apartado gastro, el hotel es un destino en sí mismo, solo hay que dejarse llevar por el chef Matsuhisa en el restaurantede alta cocina, fusión japonesa, disfrutar bajo las palmeras y a pie de playa del; música de dj,s y copas al atardecer eno elcon las mejores vistas y un ambiente muy especial.