El 27 de julio de 2012, la Asamblea General de la ONU adoptó la resolución 66/288 con objeto de establecer un proceso para definir los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La resolución, cuyo lema era El futuro que queremos, tenía como misión identificar los principales problemas que enfrenta la humanidad y proponer metas concretas para lograr esos objetivos. La idea era que, a través de la acción conjunta de los estados miembros de Naciones Unidas, se pudiera mejorar significativamente la calidad de vida de todas las personas del mundo y resolver los problemas globales más urgentes.
Los procedimientos para definir los ODS se acordaron durante la Conferencia de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (o Río+20), que tuvo lugar en Río de Janeiro. Durante esta conferencia, se llegó a un compromiso para analizar los problemas que amenazan a la humanidad y organizarlos en objetivos concretos, definibles y alcanzables en un plazo de tres años. Así nacieron los actuales ODS, que incluyen 17 objetivos primarios y 169 metas específi- cas. Estos objetivos se convirtieron en la base de un ambicioso plan para construir un mundo mejor impulsado por la ONU.
Los ODS fueron definidos en 2015 con la idea de que se cumplieran en algún momento entre los años 2015 y 2030, lo que les valió el sobrenombre de «Agenda 2030». Estos objetivos habían surgido como una evolución de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que pretendían cambiar el mundo entre 2000 y 2015, pero no lograron un éxito significativo. Los ODS, en cambio, contaron con gran atención mediática e institucional y se ampliaron de 8 a 17 objetivos, con metas específicas. A diferencia de los ODM, los ODS 2030 fueron el resultado de un proceso de negociación en el que participaron los 193 países firmantes, así como ONGs y fundaciones de derechos humanos, lo que los convirtió en los objetivos más transparentes de la historia. Estos nuevos objetivos fueron más ambiciosos y diseñados por grupos de expertos con una mayor participación de los