l hijo de María pasó su infancia entre gente sencilla, pobre, trabajadora y humilde. Sufrió la pérdida de su padre quizás antes de lo esperado, por lo que fue). Comprobó el despotismo de la sociedad con ellas. Las vio callar ante las injusticias de los varones, llorar a escondidas, amasar en silencio el pan, criar a sus hijos, preocuparse y sufrir por ellos sin un hombro en el que apoyarse. Las vio encerrarse en una habitación oscura, a solas, y rezar allí al Dios del cielo, confesarse con Él y desahogar su pena con el único que podía comprenderlas. Jesús sintió su dolor y padeció por su humillación cuando no estaban a la altura de lo que supuestamente se esperaba de ellas. Las vio perder una moneda y poner la casa patas arriba hasta encontrarla (). Conoció al Dios de la mujer judía y se enamoró de él, entregándoselo también a los hombres. Ese Dios que, como una gallina, quería reunir a sus polluelos bajo sus alas (). Ese Dios que los varones quisieron lapidar y acabaron crucificando. Con Jesús, todos los hombres y todas las mujeres fueron bienvenidas a la Casa del Señor, especialmente a las que antes se les había negado la entrada acusándolas de un ancestral pecado del que jamás tuvieron parte. Jesús rompió las barreras de su época dejándose acompañar por un grupo tanto de hombres como de mujeres, lo que causaba gran escándalo entre los escribas y fariseos de la época, los cuales solían dar gracias a Yahvé en la oración de la mañana por no haberlos hecho nacer mujer.
LAS MUJERES DE JESÚS
Apr 26, 2023
1 minuto
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