Muchos trabajos que antes realizaban los seres humanos los llevan a cabo ahora, con tanta o más competencia, las inteligencias artificiales, y se espera que cada vez sean más los trabajos que puedan ser convertidos en algoritmos, lo que reducirá los costes y aumentará la eficiencia. Sin embargo, Helga Nowotny no considera que este avance sea netamente positivo. Determinados tipos de trabajo, más vinculados a la producción de conocimiento, la innovación y la creatividad, pueden verse mermados si se someten a los rígidos algoritmos alimentados por bases de datos incompletas y/o sesgadas. Además, puede que nuestra capacidad de control se reduzca todavía más porque estas máquinas algorítmicas monitorizarán y limitarán nuestras acciones y posibilidades. A pesar de la fe que cada vez más personas profesan a los algoritmos, acaso similar a la fe en un dios omnisciente, cualquier solución en este sentido debería integrar, también, la dimensión humana y nuestra relación alterada con un medioambiente tecnológicamente transformado. Los algoritmos son y serán extraordinariamente útiles, como sofisticados clavos y martillos, pero para enfrentarnos a la incertidumbre del futuro, cada vez más dominada por los llamados problemas complejos, necesitamos sabiduría, creatividad y audacia, no inteligencia algorítmica.
Esto es lo que sostiene Nowotny, una de las fundadoras del ERC (Consejo Europeo de Investigación), que presidió entre 2010 y 2013. Nowotny es miembro principal de la Escuela de Gobernanza Transnacional (STG) en EUI, donde el profesor Daniel Innerarity es presidente de IA y democracia, profesora emérita de Estudios de Ciencia y Tecnología del ETH de Zúrich, forma parte de la Academia Sueca de las Ciencias, y en