El tema se convirtió en éxito cinematográfico de la mano de William Friedkin con El exorcista, basada en la novela de William Peter Blatty y comienzo de una saga irregular de la cual en esta selección he rescatado las otras dos películas que me parecen más significativas, El exorcista 3 y El exorcista: el comienzo. La versión prohibida, toda vez que El exorcista 2: el hereje (1977) me parece divertida, pero reconozco que no es buena y siempre me he preguntado cómo un director tan sólido como John Boorman se dejó atrapar en ese cepo de explotación comercial, por mucho que acabara tomándole el relevo Rospo Pallenberg sin aparecer en los créditos de esta secuela con poco que aportar la película original. Pienso otro tanto de El exorcista: el comienzo (2004), el apaño que firmó Renny Harlin sobre una premisa que sirvió mucho mejor la versión que reflejo en los carteles de este mes.
Forzoso es reconocer por otra parte que todas las películas posteriores de exorcistas y exorcismos son hijas, de uno u otro modo, de , incluyendo la de Russell Crowe que ahora se estrena y toda la galería de curiosas alternativas a su propuesta argumental entre las que destacan películas como la destacada de este mes en el cartel a página que acompaña este artículo en este mismo número, , dirigida en 1987 por John Carpenter, o (William Girdler, 1978), cuyo título original es y que mezcla el viaje psicotrópico con un exorcismo de las primeras naciones llevado a cabo por un nativo americano al que da vida Michael Ansara con el nombre de guerra de John Piedra Cantante, dispuesto a extirpar un demonio de nativo americano de 400 años que regresa al mundo de los vivos con ganas de fiesta. Deberían cobrar doble entrada por dejarnos ver las caras de Tony Curtis en todos sus planos en esta disparatada, y precisamente por ello muy divertida película que quiso rebañar el éxito de la película de William Friedkin haciéndose un combo de varios argumentos autoexcluyentes y claramente refractarios a