Jo Raquel Tejada, conocida por los consumidores de cine de todo el mundo como Raquel Welch, fue uno de los símbolos sexuales más señalados del cine en los años sesenta y setenta del pasado siglo y se convirtió en figura icónica de la pantalla grande en tiempo récord.
Nacida el 5 de septiembre en Chicago, Illinois, Estados Unidos, y fallecida el 15 de febrero de 2023 en Los Ángeles, California, siempre pareció en pantalla más alta de lo que realmente era –medía 1,68 metros– y siempre supo deslizarse con elegancia sobre el abismo de la sexualización imperante en las décadas en las que consiguió el estrellato imponiendo su propia personalidad como profesional seria por encima del etiquetado de mujer físicamente espectacular en el que fue encasillada desde el momento en que comenzó a cosechar sus primeros éxitos.
Mujer rana y cavernícola
Decir otra cosa sería mentir. Y basta ver los dos largometrajes que la lanzaron a la fama. En el primero, Viaje alucinante (Richard Fleisher, 1966), interpretó a una entregada científica aventurera dispuesta a ser miniaturizada para seguir a su mentor en el interior de un cuerpo humano –eso es abnegación y entrega profesional y lo demás es tontería–, lo cual de paso le permitió algo difícil de lograr que no está en manos de todo el mundo: conseguir la máxima fotogenia luciendo un incómodo traje de mujer rana como si el neopreno fuera un diseño de alta costura
Cuenta la leyenda que el momento de quitarle a los anticuerpos de encima a la actriz como parte de la ficción de la película, planteó serios escrúpulos y timidez a sus compañeros, hasta el punto de que el propio director tuvo que llamarlos a capítulo para que fueran más espontáneos al respecto en la segunda toma.
De ese rodaje, la propia Welch recordaba además en su biografía, publicada en 2013, que intentó iniciar un romance con su compañero de reparto Stephen Boyd, pero él la rechazó. Ambos volverían a coincidir brevemente –lo de él era poco más que un cameo en el personaje de predicador–, en el reparto del wéstern Ana