William Goldman, en sus imprescindibles memorias Las aventuras de un guionista en Hollywood (Plot Ediciones, 1992), retrató la meca del cine con una sentencia que define a la perfección el sentir de los profesionales de la industria del espectáculo: Nadie sabe nada. Ese afortunado aforismo del responsable de libretos como Dos hombres y un destino (G. R. Hill, 1969) o Todos los hombres del presidente (A. J. Pakula, 1976) –y que jugó un papel clave en el encaje de la versión final de El indomable Will Hunting (G. V. Sant, 1997)– funciona como reflejo irónico en Air, el quinto trabajo como director de Ben Affleck. Una cinta que cuenta cómo, en 1984, se cerró el contrato para que Michael Jordan rechazara las ofertas de Adidas y Converse y se calzara unas zapatillas Nike. Ya convertido en estrella, Sonny Vaccaro, el ojeador de la compañía de Oregón que encarna Matt Damon en el film, y el hombre que apostó su futuro para fichar al 23 de los Bulls cuando este solo era una promesa, pone cara de póker cuando oye lo que antes nadie quería escuchar: que Jordan sería el mejor. Lo sabía todo el. Porque, en el deporte, el cine y la vida en general, a toro pasado todos somos Manolete.
Ben Affleck LEVANTAR EL VUELO
Mar 24, 2023
7 minutos
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