Quizás la pregunta más acertada no es qué vemos, sino cómo interpretamos lo que vemos por primera vez. Porque los humanos tenemos solo dos ojos (a diferencia de los ocho de las arañas o los veinticuatro de las medusas) y, además, no vemos en algunos rangos de visión como el infrarrojo (como sí lo hacen los mosquitos).
La tecnociencia nos ofrece nuevos ojos, como los del telescopio espacial Hubble o el nuevo James Webb, y, como recién nacidos, tenemos que aprender de nuevo a mirar.
Contemplar el abismo más hermoso que pueda existir
El arte y la tecnociencia producen y expanden el conocimiento, al contemplar el abismo más hermoso que pueda existir en el universo: el misterio.
Decía Albert Einstein que la contemplación. También surge toda su plasti-cidad cuando cuestiona el concepto de verdad, en su representación y difusión pública.