La peste bubónica, la viruela, la rabia o la sífilis son algunas de las enfermedades para las que no se habría hallado cura sin el microscopio. En algunos casos, de un modo directo, como cuando el médico alemán Robert Koch (1843-1910) pudo identificar por primera vez la Mycobacterium tuberculosis, que estaba detrás de la mayoría de los casos de tuberculosis en el mundo. A su vez, el bacteriólogo suizo Alexandre Yersin (1863-1943) hizo lo propio con la Yersinia pestis, causante de la peste bubónica.
Por otro lado, es cierto que a Louis Pasteur (1822-1895) no le hizo falta ver ninguno de los virus para hallar una vacuna contra la rabia. Aun así, de un modo indirecto, ahí estuvo el microscopio, clave en la formulación de la teoría microbiana de la enfermedad. Es decir, en el descubrimiento
