son mi único patrimonio”, decía Édith Piaf. “Sin ellas me hubiese muerte de hambre”. Para tonificar esa mina de oro, esa máquina de precisión que llevaba incrustada en la tráquea, la Piaf de 16 años hacía gárgaras con café todas las mañanas, antes de cantar y pasar el platillo por las calles y plazas del distrito 9 de París, a los pies de la colina de Montmartre, descrito como “mi escenario particular, mi coto de
UN PEQUEÑO MUSEO PARA UNA GRAN VOZ
Mar 10, 2023
3 minutos
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