HACIA EL AÑO 2184 A.C., LA MUERTE DE PEPI II, UNO DE LOS ÚLTIMOS FARAONES DE LA DINASTÍA VI, SUMERGIÓ A EGIPTO EN EL CAOS Y LA ANARQUÍA. La paulatina descentralización del poder había terminado debilitando a la dinastía faraónica, y los sucesores de Pepi II no lograron imponerse a los gobernadores locales (nomarcas) de los distintos distritos territoriales (nomos) quienes, perpetuándose a través de dinastías hereditarias, habían robustecido su autoridad en detrimento de la del faraón. Fue así como el Imperio egipcio, que antaño había erigido colosales pirámides, terminó disgregándose en pequeños reinos independientes en una lucha por el poder, que se disputaban entre sí los herederos de Pepi II frente a unos nomarcas que ostentaban la misma autoridad que si fueran reyes. En este estado de confusión, de auténtica guerra civil, dejaron de construirse grandes edificios, saqueándose antiguos templos y destrozando las estatuas de anteriores faraones. Fue el caos más absoluto…
A este período de vacío de poder en la Historia de Egipto, los historiadores lo han bautizado como Primer Período Intermedio (2160-2055 a. C.), que se prolongaría durante poco más de cien años… Aunque durante este intervalo de tiempo se sucedieron las Dinastías VII, VIII, IX y X, ninguno de sus faraones –sobre todo en las primeras dinastías– llegó a ejercer de manera efectiva toda su soberanía sobre todo el territorio egipcio.
El Antiguo Egipto se había polarizado en dos regiones que rivalizaron por el poder: el Bajo Egipto (al norte) con capital en Heracleópolis (enclave situado en el Egipto medio); y el Alto Egipto (al sur), con