El COVID-19, la pandemia más mortífera en 100 años, un virus respiratorio letal que tomó desprevenidos a los gobiernos más avanzados del planeta, puso en jaque el bienestar global y demostró nuevamente lo vulnerable que es el ser humano. Que una enfermedad de supuesto origen zoonótico pudiera causar tal destrucción en un planeta con sistemas sanitarios y tratamientos de vanguardia, visibilizó los laboratorios de máxima contención y obligó a replantearse el peligro que supone la biotecnología y la necesidad de fortalecer la seguridad. Un informe reciente reveló que existen 59 laboratorios de alto riesgo, de nivel 4 de bioseguridad (BSL-4, por sus siglas en inglés), cuyas medidas de control podrían ser insuficientes y evidenció la posibilidad de un accidente o fuga de patógenos de consecuencias imprevisibles. En las próximas líneas realizamos un recorrido por los centros que a nivel global cobijan algunos de los virus y patógenos más letales, donde las condiciones de trabajo son realmente exigentes, claustrofóbicas y peligrosas, y en los que un pequeño fallo, por nimio que sea, puede ser fatal.
Bienvenidos al cuarto nivel
Las ubicaciones de los centros de contención de nivel 4, el más alto en su campo, son de entrada entornos de alta seguridad, donde los científicos deben utilizar trajes de protección en cámaras presurizadas e ingresar a través de esclusas. Las prácticas, equipos de seguridad, el diseño y la construcción de instalaciones en este nivel son aplicables al trabajo