El retraso en la intervención del templo Jesús Nazareno y el majestuoso mural Apocalipsis, plasmado en su bóveda por José Clemente Orozco, revela los engorros burocráticos por parte de las autoridades hacendarias, que año con año se han demorado en la entrega de los recursos financieros.
Hoy el asunto parece comenzar a destrabarse:
A casi cinco años y medio de que la iglesia –ubicada en República de El Salvador, Centro Histórico– fuera afectada por los sismos de 2017, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) recibirá, por primera vez a tiempo, el presupuesto de 3.3 millones de pesos para su restauración, que habían sido autorizados por el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), luego desaparecido por decreto presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
En su oficina de Correo Mayor (también en el Centro Histórico), el arquitecto Antonio Mondragón Lugo, director de Apoyo Técnico en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, describe los avatares de las gestiones administrativas y anuncia que este 2023 iniciarán las obras. De esa manera el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que está a la espera de la entrega del inmueble restaurado, pueda hacer lo propio con la alegoría apocalíptica de Orozco.
“Lo que ha sucedido en el templo Jesús Nazareno, en principio, es que se le asignó un monto estimado –no fue tanto un presupuesto porque no se tenía un proyecto– para atender las afectaciones”.
El Fonden era una instancia distinta a la