La Sibila, con su boca enloquecida, lleva mil años profiriendo cosas sin gracia, sin aderezos y sin ungüentos con su voz gracias al dios”. Este breve comentario es la referencia verbal más antigua que se conserva de la misteriosa profetisa de Apolo. Lo habría expresado el filósofo griego Heráclito, según se hizo eco siete siglos más tarde el erudito grecolatino Plutarco. ¿Se refería el presocrático, ya en el siglo vi a. C., a la Sibila romana por excelencia, a la que realizaba sus oráculos en Cumas? Roma, para esas fechas, todavía era una ciudad-Estado más del Lacio, pero podría ser.
Como algunas de las entre diez y doce adivinas que ejercían bajo ese nombre en el mundo clásico, tres de ellas en Italia, la Sibila de Cumas era una figura antiquísima. Sus orígenes se enredaban en las propias raíces de la civilización romana, algo que se explicaba desde la óptica de entonces. En