EL 23 DE SEPTIEMBRE DE 1838, VICTORIA CLAFLIN LLEGABA AL MUNDO EN UNA HUMILDE CABAÑA DE MADERA SITUADA EN HOMER, UNA PEQUEÑA LOCALIDAD CERCANA A OHIO (EE.UU.). Era la sexta hija de los diez vástagos de los Claflin, una familia poco querida en la zona, lo que no es de extrañar, pues su padre, Reuben Buckman Claflin era un delincuente que vivía del robo y la falsificación y se había dispuesto a educar a su amplia prole a base de azotes. Con su madre, Victoria no tuvo tampoco demasiada suerte. Roxanna Hummel Claflin era una mujer extremadamente religiosa, rayando en el fanatismo y tildada por sus vecinos como loca.
Victoria vivió su primera infancia en este ambiente deplorable en el que no empezó a estudiar hasta los ocho años en la escuela local, donde permaneció hasta los once y recibió una educación básica. Tanto en la escuela como en el pueblo, Victoria era querida por su inteligencia y su encanto, virtudes que no fueron suficientes para salvar a toda su familia. Los habitantes de Homer estaban hartos de las fechorías de "Buck" Claflin. La gota que colmó el vaso fue un incendio que provocó él mismo en un molino que había comprado y había resultado ser un negocio fallido. Con su destrucción pretendía cobrar el seguro, pero en el pueblo nadie creyó la versión del accidente y se organizaron para perseguirle. Buck huyó de Homer dejando atrás a toda su familia que, pronto, correría la misma suerte. La iglesia presbiteriana de la localidad organizó una colecta que sirvió para comprar una carreta tirada de caballos con la que invitaron a la señora Claflin a abandonar para siempre aquel tranquilo lugar.
Los Claflin se reencontraron y decidieron empezar de nuevo en Mount Gilead, una localidad también pequeña en el mismo estado de Ohio. Allí vivía , la hermana mayor de Victoria, con su marido y sus hijos. Buck Claflin debía reinventarse a sí mismo y buscar una nueva manera de ganarse la vida con la que poder mantener a su familia. Lejos de buscar un trabajo normal, decidió abrir un negocio de contactos con el más allá a costa de dos de sus hijas. , que entonces tenía siete años, había predicho acontecimientos en el pasado, mientras que Victoria, que por aquel entonces ya contaba con catorce años, siempre se había sentido atraída por las conexiones con los espíritus y creía ser capaz de curar a los enfermos con sus dotes extrasensoriales. No es de extrañar que las niñas tuvieran estas
