Marie Claire - España

VOLVER A EMPEZAR EL SUPERPODER DE BROOKE SHIELDS

na de las mujeres más bellas que han pisado este planeta, el icono cinematográfico de mi infancia y el rostro de los años 80 según está sentada en el taburete de mi bar favorito de Atenas, bromeando con todo el equipo mientras la fotografían. Lleva un vestido de lamé dorado y zapatos de tacón bajo. Su pelo está recogido de forma casual, hasta que el rodaje vuelve a empezar y deja caer su característico torrente de rizos castaños, que tocan suavemente el revestimiento de cuero de la barra del bar con cada movimiento. Caminamos juntas, mientras me cuenta cómo una grave infección hospitalaria hace un año y medio la inspiró para empezar un pódcast llamado , en el que sus invitados –actores, deportistas y científicos– hablan de momentos y decisiones cruciales en sus vidas. "Pensé que nunca volvería a salir del hospital. Empecé a pensar en esas situaciones que te ponen de rodillas, ya sea el divorcio, la muerte o no terminar la universidad. ¿Cómo reaccionamos ante estas experiencias? Eso dice mucho de quiénes somos. Así que quiero ver cómo algunas personas se levantan y siguen con sus vidas". Mientras me cuenta todo esto, camina. Como si nunca se hubiera roto la cadera. Una mujer despampanante, alta, aérea, campechana y contagiosamente optimista. Un poco antes, mientras Jill y yo. Asumo el papel de intérprete, no porque en Monastiraki no hablen inglés, sino para que yo, como local, pueda conseguir precios más razonables en las negociaciones. "Tengo muchas de estas cosas de mi madre", me dice mientras miramos todo tipo de vajillas victorianas y cubiertos antiguos. Habla con infinita ternura de ella, que falleció hace diez años, cerrando para siempre un vínculo poderoso y, a la vez, muy truculento, que definió a Brooke durante décadas. Teri Shields, una madre divorciada que crió a su hija con sacrificio, la protegió ferozmente como su representante desde que posó, siendo aún un bebé, en anuncios infantiles, hasta los años en que la estrella adolescente de bailaba en Studio 54 con Michael Jackson y George Michael, y, al día siguiente, iba al colegio como de costumbre. Pero en casa, las cosas no eran de color de rosa. "El hecho de que madurara antes no tenía nada que ver con el mundo del espectáculo, sino con que tenía que mantener viva a mi madre, que era una madre soltera alcohólica. Afortunadamente, siempre tuve gente sencilla a mi alrededor, mi educación fue buena. Tenía ese equilibrio, no solo estaba en Hollywood. Nos quedábamos en Nueva York. Bailaba unas horas, pero a las once de la noche ya estaba en casa. Mis amigos jugaban al fútbol, al voleibol y al baloncesto, ¡y yo jugaba con estrellas de cine! Esa era mi realidad". Teri fue también la razón por la que Shields nunca tuvo una experiencia #MeToo: "Mi madre me protegía en las audiciones, todo el mundo le tenía miedo, y con razón, ¡los habría matado! Le agradezco que fuera tan protectora". Hablando de todo esto en la conferencia anual de Marie Claire, se emociona y, al mismo tiempo, se burla de sí misma, fingiendo que sus ojos empañados se deben a los sofocos de la menopausia, contagiando la risa al público. Esta es Brooke Shields: una mujer buena, inteligente y de ingenio rápido, con una amabilidad, un humor y una profesionalidad innatos. También es una de esas actrices que vive una vida "normal" en Nueva York con su marido, el productor Chris Henzi, y sus dos hijas, Rowan y Grier, negándose rotundamente a trasladarse a Los Ángeles para estar en el corazón de los estudios de producción. Cuando llega la hora de regresar al estudio, se apresura a comprar algo como recuerdo mientras rodeamos un banco con espejos de bronce. "Esto estaba en el yate de Onassis", dice el exuberante vendedor de uno con motivos náuticos. Se lo traduzco y sonríe incrédula; no es la turis- ta americana que cabría esperar. Elige una aldaba con el sol de Vergina que le parece perfecta para una puerta de su casa y nos vamos. Le fascina Grecia y la menciona siempre que tiene ocasión. En su primera mañana en Atenas subió a la Acrópolis, y por la noche, tras su discurso, quedó encantada con la antigua taberna tradicional con música en directo donde llevamos a nuestros invitados extranjeros. A sus 57 años, Shields disfruta de la vida, quizá, más que nunca, y quiere animar a otras mujeres a hacer lo mismo a través de una nueva plataforma, , de la que es fundadora y directora general.

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