El karateka kurdo Mohammad Mehdi Karami, de 21 años, y el entrenador de niños Seyed Mohammad Hosseini, de 20, fueron colgados la mañana del sábado 7. Fue el castigo que el régimen islámico de Irán les impuso por supuestamente haber matado a un miembro de la fuerza paramilitar Basij, el 3 de noviembre último, durante las protestas que comenzaron en septiembre pasado en ese país, luego del asesinato de la joven kurda Mahsa Amini, quien fue salvajemente golpeada y tortura por la presuntamente extinta Policía de la Moral.
Karami y Hosseini fueron condenados a morir en la horca el 5 de diciembre, menos de una semana después de que comenzó un juicio grupal injusto y basado en confesiones forzadas. La familia de Karimi afirma que el deportista fue torturado en prisión y le negaron que el abogado Mohammad Hossein Aghasi lo representara.
De nada sirvieron los ruegos de los padres de Karami, quienes publicaron un video en las redes sociales pidiéndole al Estado que le perdonara la vida. “Mi hijo se encuentra entre los campeones de karate, tiene varios títulos nacionales y fue el cuarto miembro clasificado en la selección… Le suplico que levante la orden de ejecución”, dijo el señor Karimi en un conmovedor video de la cadena estadunidense CNN. Sólo encontró oídos sordos.
Karami tenía un tatuaje de los aros olímpicos en los tríceps de uno de sus brazos. A los 11 años comenzó a practicar karate, disciplina que entró al programa olímpico por primera vez en Tokyo