Se estableció un concurso, promocionado por un laboratorio farmacéutico, para premiar al lema que gozara de mayor reconocimiento y aceptación por parte de un tribunal formado por profesores de prestigio de dicha facultad.
No tardaron en llegar un gran número de propuestas, entre otras razones, porque de todos es sabido que los laboratorios farmacéuticos mueven mucha pasta. La cantidad ofrecida no estaba nada mal. Enseguida se descartaron lemas que parecían escritos por bromistas o saboteadores de la sacrosanta institución docente, formadora de nuevos galenos.
Los primeros lemas
Estaba claro que lemas del calado de “”, por muy cierto que fuera, no tenían cabida en una institución que se las daba de científica y “seria”. Es sabido que las enfermedades producidas por fármacos son la tercera causa de muerte en los EEUU, país luz y guía de la modernidad tecnológica, que todos tratan de imitar, pero advertirlo de