Queridos Reyes Magos…
escribiros, pero no veo el momento de pedir nada extra, cuando la situación del mundo está un poco desbaratada. Eso sí, no asustarse, porque esto ha ocurrido toda la vida y, al final, la Ley de Darwin -selección natural- se cumple, y prevalece lo bueno y fuerte ante lo débil, el gran y cientos de nombres y sistemas de abrevadero, que si no los citas o cuentas con ellos, te aplastan. Ha llegado una sociedad intelectual -que ha trabajado menos que ustedes los Magos de Oriente, que solo lo hacen una noche al año, y creo que encima es mentira-, grupo de expertos que viajan en avión privado a las cumbres del clima, se echa desodorante de y sus neveras 5 son sin escarcha… O cumples el decálogo infundado por los nuevos gobiernos o te tachan de insolidario, y hasta de nazi. Esta moda mal montada ha dejado a los países europeos dependiendo de fantasiosas y fanáticas fuentes de energía, que saben que no pueden satisfacer la demanda de regiones potentemente industrializadas… Una cosa es ser como nosotros, ecológicos, y otra es vivir de la ecología. Zonas ricas en las que todo quiere vivir, aunque prediquen lo contrario, como dice el valiente Enmanuel Macron. Han dejado a los países prósperos, en manos de la frivolidad, la poca moral y la hipocresía de intelectuales sin formación, de progresistas abanderados de un cambio sin fundamento científico que no cumple ni una cuarta parte del planeta. El automóvil es apretado a tope con el CO, con los residuos, mientras que con temas como la aero-naútica, industria pesada y transporte de mercancías se mira para otro lado. Queridos Reyes Mágicos, vivimos en una sociedad surrealista, en la que nos han hecho creer que las incómodas víctimas valen mucho menos que los ‘malotes’. Unas décadas modernas en la que la excelencia, el tesón, el civismo, los escrúpulos y la ética son de carcas, y donde un mal directivo tiene derecho a indemnizaciones millonarias, gracias al contrato que le firmó su ‘amigúete’ de máster a 60.000 euros. Quieren que nuestros hijos vivan sin obligaciones y sin trabas, al precio que sea, a cambio de su voto. Quieren acabar con el sobresaliente y la matrícula de honor. España es una potente fuente de ingenieros industriales que acaban encontrando trabajo al otro lado de Los Pirineos, y aquí importamos políticos extremos que huyen de las dictaduras de sus pobres países arruinados y defienden transportes colectivos que jamás usan, adoran la periferia del sur, pero viven en el centro… Hay que pelear para que nuestros cerebros se queden aquí, y los títulos universitarios se valoren como la cultura del trabajo. Así que, queridos Reyes Magos, ya tenéis misión que cumplir. Feliz Año a nuestros fieles lectores y amigos.