El 3 de agosto de 1941, el obispo alemán Clement August von Galen pronunciaría en su misa regular del domingo uno de los discursos más relevantes de la historia de la Iglesia católica. I ‘l clérigo se enfrentaba abiertamente al régimen nazi, mostrando su rechazo profundo a la última medida del gobierno germano: el conocido plan de eutanasia, un programa que estaba dedicándose a eliminar a los disminuidos físicos y psíquicos sacándolos de sus sanatorios y residencias para conducirlos hacia los campos de exterminio junto a judíos, comunistas y disidentes del régimen. En una Alemania bajo el dominio nacionalsocialista, Von Galen no dudó en arriesgar su integridad para salvar la de las personas en situación vulnerable! “Si comienzan por asesinar a los dementes, bien podrían continuar con los ancianos, los débiles, los enfermos y los soldados con minusvalías graves”, advertía el sacerdote durante su memorable homilía. “¿Qué se hace con una máquina que ya no funciona, con un caballo viejo que estará lisiado de por vida o con una vaca que no da leche? Ahora pretenden tratar del mismo modo a seres humanos”, lamentaba el religioso ante sus feligreses.
Gracias a su discurso y al respeto que los nazis católicos sentían por su Iglesia, la cual se había opuesto de manera, Von Galen “nunca se pronunció sobre el asesinato de los judíos y los gitanos durante la dictadura hitleriana”.