l poderoso vínculo de Leandro Cano (Jaén, 1984) con la artesanía andaluza nace, dice, de una necesidad. «De pequeño sufría de eso que ahora se llama. Imagínate, en un pueblo pequeñísimo de Jaén, yo era gordito, con gafas y homosexual. Allí los niños jugaban al fútbol y ayudaban a sus padres a recoger la aceituna del campo, pero yo tenía otras inquietudes. Por suerte, encontré refugio en el patio de la casa de mi abuela Carmen junto a ella y sus amigas, que pasaban horas allí tejiendo. Aprendí de ellas y, aunque suene tremendista, puedo decir que me salvaron la vida», explica el diseñador. Esos años aferrado a las faldas de su abuela, su mentora, musa y mejor amiga, son hoy la base no solo de su
La gran belleza
Nov 22, 2022
4 minutos
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos