El pasado 27 de octubre, después de más de seis meses de peripecias que hasta el último momento dejaron abiertas dudas sobre el final del proceso, Elon Musk tomó el control de IWitter. ¿Los sobresaltos y retrocesos que caracterizaron la fase de adquisición de la plataforma permiten presagiar lo que de ahora en adelante será lo cotidiano de la empresa?
Como lo repitió incansablemente, el “nuevo dueño del lugar” tiene la intención de “restablecer” la libertad de expresión en la plataforma: lo reiteró tan pronto tomó el control con un tuit que proclamaba: “El pájaro es libre”.
Si se pone en marcha tal como lo desea Musk –que el “Día D” se describió como “Jefe Tiritera” en su perfil de Twitter–, esa política no intervencionista no sería fundamentalmente nueva para la plataforma. Se trataría más bien de una vuelta a los orígenes, un regreso a la época en la que la empresa del pájaro azul, impregnada de la ingenuidad y el idealismo de su juventud, se describía a sí misma como (el ala de la libertad de expresión del partido de la libertad de expresión).”