EL AEROPUERTO DE HAMAD, EN DOHA, la capital de Catar, organiza tours por sus propias instalaciones para descubrir las obras de arte que alberga; un recorrido de una hora de duración que permite conocer creaciones de artistas como el suizo Urs Fischer, el estadounidense KAWS o el francés Jean-Michel Othoniel. La puerta de entrada al país del Mundial de fútbol 2022 convertida en un pequeño museo. Y también en un auténtico resort que incluye un hotel, dos pistas de squash, un gimnasio, una piscina de 25 metros y un spa. Con su reciente expansión, el elegido el año pasado como mejor aeropuerto del mundo prevé acabar este año con capacidad para acoger un tráfico de 53 millones de personas.
Es solo un ejemplo, aunque significativo, de las dimensiones que adquiere todo lo que ocurre en Catar desde que fuera designada sede de la Copa Mundial de Fútbol