COMO EN TODAS LAS GRANDES HISTORIAS, hay más de una versión, y nadie parece estar seguro de cuál es la cierta. Pero fue la propia Lilli Bertone (1935-2019), esposa de Nuccio Bertone, quien nos explicó porqué lo llamaron Countach, una expresión procedente del dialecto piamontés: “Un dia Nuccio paró con el prototipo para hacerle unas fotos y al pasar un agricultor en bicicleta dijo: ¡Countach!”, que viene a ser algo así como “¡madre mía!”, o quizá algo un poco más burdo. Muy acertado, sin duda; y es que, por muchos idiomas que sepamos, al ver un nuevo Countach siempre nos saldrá la lengua materna. Aunque será muy raro cruzamos con uno, porque solo se construirán 112 unidades, a 2,5 millones de euros cada una, y están todas vendidas –dos de ellas en España–. Al ver juntos por primera vez al clásico y al nuevo, con las puertas de tijera levantadas, invitándonos a dar una vuelta, cualquier expresión se queda corta para expresar lo que sentimos.
El rojo no es un Countach cualquiera, sino un 5000 Quattrovalvole de 1988, considerado por los conocedores como el mejor de la gama, al ser la combinación óptima de potencia –con 455 CV de su V12 de 5.2 litros–, comportamiento –con los enormes Pirelli P7 debajo de los pasos de ruedas envolventes–