SUS CLAROS OJOS ALMENDRADOS lo embrujaron. No podía dejar de observarlos cuando ella miraba para otro lado, sentada junto a Daniil, su compañero en los equipos Red Bull. Mejor disimular… Se sentía invadido por un extraño cosquilleo, como cuando de niño se enamoró de su maestra de la escuela.
De ella le gustaba su felina elegancia. No podía evitar un sigiloso vistazo a ese cuerpo esbelto. Una verdadera mujer, claro, quizás porque era nueve años mayor que él.… “¡Basta! -se dijono quiero tener problemas”. Y vaya si los podía haber. Sobre todo porque a veces ella le sostenía la mirada y mostraba una sonrisa cómplice. ¿La estaba interpretando bien?
Dos meses antes ya le había quitado la butaca a Daniil en el equipo Red Bull. No iba ahora a meter la pata con su novia. Así que se concentró en leer una revista, ignorar el ronroneo de las turbinas y relajarse en la butaca del Falcon Jet que los transportaba de Monaco a Luton, para disputar el Gran Premio de Inglaterra de 2016.
No obstante, en