Es una de las analistas más requeridas del país y asesora a políticos argentinos y del exterior para sus campañas y estrategias. Pero Ana Iparraguirre cuenta con una ventaja diferencial para el ámbito local. Desde la oficina de su consultora, ubicada en un piso 14, se puede ver la Quinta de Olivos. Con las banderas argentinas de fondo que flamean en la residencia oficial, observa las actuales demandas del electorado y plantea diversos escenarios para el futuro.
¿Cómo ves a la clase política a la hora de escuchar a las demandas del público? ¿Hay una desconexión?
Hay una brecha cada vez más grande entre la política y la gente. En otros países también, pero en Argentina la desconfianza hacia los políticos es enorme. Ese distanciamiento genera que la gente empiece a buscar otras alternativas. Por primera vez vemos que la gente no visualiza un futuro. Hace unos años, incluso en 2001, decían: “Estoy muy mal, pero puedo imaginar un futuro mejor para mis hijos”. Hoy nadie piensa eso.
¿Qué implica este pesimismo?
Lo que genera, que va más allá de estas elecciones, es que la gente siente que