Era febrero de 2020, las restricciones para viajar todavía no se habían impuesto en Europa y los grandes jugadores se reunían en la Semana Internacional del Petróleo. En una cena de representantes, el broker de commodities Pierre Andurand hizo una predicción alarmante: a medida que el Covid-19 se extienda, los países se confinarán, los tanques de almacenamiento se llenarán y los precios del petróleo bajarán a cero.
El matemático francés, formado en Oxford, había leído los primeros informes médicos de Wuhan, China, y estaba tan seguro de este escenario que decidió vender sus acciones de petróleo crudo para volver a comprarlas a un precio menor. Estaba a cargo de un fondo de alto riesgo valuado en US$ 1.700 millones. El 20 de abril de 2020 el precio bajó a menos de cero y logró obtener ganancias de entre un 60% y un 155%. A principios de febrero de este año, tuvo otra corazonada certera: en 2022 el precio del petróleo crudo subiría a US$ 150 por barril por la demanda postpandemia, medidas del banco central, poca inversión en combustibles fósiles e insuficiente inversión en energías alternativas. Y esto ocurrió antes de que Vladimir Putin invadiera de manera sorpresiva a Ucrania. Andurand, cuyo fondo más grande aumentó un 11% desde abril del año pasado, estima que los precios del petróleo van a subir hasta US$ 200 por barril en las zonas costeras: “Putin decidió invadir ahora porque el mercado está complicado por el descenso en la oferta”.
“La guerra aceleró la escasez y esto se va a