“Sevenden manuscritos bíblicos que datan, al menos, del 200 a.C.”. Es el insólito anuncio publicado a principios de junio de 1954 en las páginas del diario Wall Street Journal de Nueva York que llama la atención del arqueólogo Yigael Yadin (1917-1984), quien fuera comandante jefe de las Fuerzas de Defensa israelíes, e hijo del también arqueólogo de la Universidad Hebrea Eleazar Sukenik, quien investigaba precisamente tres de estos manuscritos.
El anuncio había sido publicado por Athanasius Mar Samuel, el religioso ortodoxo que se había hecho con cuatro pergaminos–después de adquirírselos a los pastores que los encontraron en Qumrán–. En abril de 1948, y como consecuencia del recrudecimiento de las hostilidades entre árabes e israelís, Mar Samuel había decidido abandonar Jerusalén–después de que su iglesia hubiera sufrido un atentado terrorista–, para viajar por Estados Unidos en busca de un comprador interesado en estos manuscritos. Durante seis años había intentado vendérselos a varias universidades sin resultado, mientras los especialistas en paleografía debatían acerca de su autenticidad…
EN BUSCA DE LOS PERGAMINOS PERDIDOS
A instancias nada menos que del primer ministro israelí, Moshé Sharet (1894-1967)–sucesor de Ben Gurión (1886-1973), fundador del Estado de Israel–, Yidael Yadin es comisionado hasta Nueva York con una misión: hacerse con los manuscritos ofertados en el periódico a cualquier precio. Tan solo un mes después de haberse publicado el primer anuncio, el 1 de julio de 1954, en la cafetería del emblemático hotel neoyorquino Waldorf-Astoria, dos abogados representando en secreto a Yigael Yadin, se reúnen con Mar Samuel.
Sobre la mesa los abogados le ofrecen un cheque de 250.000 dólares de entonces (equivalentes a 2,5 millones de dólares en nuestros días). A pesar de la astronómica cantidad, Athanasius–que creía estar vendiendo los
