ROMA.– “Señores pasajeros: estamos por iniciar el descenso al aeropuerto de Zhuliany de Kiev”.
Nada más concluir el aviso por el altavoz, el avión comercial procedente de Riga se inclina repentinamente y da un giro. A bordo de la aeronave hay un clima de normalidad; casi todos los asientos están ocupados y cada pasajero lleva su mascarilla. Durante la hora y media de vuelo muchos conversaron, otros aprovecharon para leer, unos más han dormido.
Una joven compartió sus planes de mudarse de Ucrania a Letonia junto a su novio; otro pasajero ojeó las últimas noticias; un niño, encaprichado con un juego prohibido, incluso lloró. Y cuando el avión alcanzó la pista de aterrizaje y se detuvo, todos se levantaron y comenzaron a descender de manera ordenada.
La escena sucedió el 21 de febrero de 2022 por la mañana, tres días antes de que este