Mitolennial
os que conocen al director creativo de Celine, Hedi Slimane, saben de su pasión por la juventud. El diseñador que se empeñó en retratar insistentemente la escena músicoartística de su ciudad adoptiva, Los Ángeles, hizo de los jóvenes –artistas, músicos,– la piedra angular sobre la que se construye su carrera en la industria. Pero no es el único. En 2022, mientras los asisten al ocaso de sus días de gloria, son los nacidos a partir de 1990 –y con cierto poder adquisitivo– los que gozan de los favores de las marcas, que encuentran en ellos no solo una fórmula para rejuvenecer su ADN, sino también la esperanza de una generación que depositará su lealtad en aquellas etiquetas que sean capaces de ganársela. Hace algunos meses, el presidente de FutureCast, experto en tendencias de consumo e innovación y autor del libro Jeff Fromm, decía sobre los Z: «Les gusta trabajar duro para ganar dinero y gastarlo con inteligencia. Creo que su apetito por las marcas de lujo será mayor que el de los». Independientemente de lo real de esta afirmación, lo cierto es que las cifras no mienten y, según el estudio de Deloitte Global Powers of Luxury Goods 2018, los y la Generación Z representaron el 30 % del mercado de los bienes de lujo en 2016, y predice que en conjunto representarán más del 40 % en 2025.
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