uando Fernando de Magallanes partió río abajo con sus naves del puerto de Triana, el 10 de agosto de 1519, lo hizo sin intención alguna de dar la vuelta al mundo. Su expedición tenía como único objetivo el encontrar una nueva vía —la ruta hacia el oeste— para llegar a las Islas de las Especias, camino que se intuía posible al bordear el extremo sur del continente americano, sin atravesar mares que, según el Tratado de Tordesillas, correspondían a la corona de Portugal. Para llegar en barco a la Especiería —Islas Molucas, Indonesia— habían de encontrar un modo de pasar del Atlántico al Mar del Sur que había descubierto Núñez de Balboa en 1513; el proyecto, además de abrir una nueva vía de navegación, supondría para la Corona de España la primacía en el comercio
