“LA SUPERIORIDAD ATLÉTICA NO PUEDE MEDIRSE EN TÉRMINOS DE SEXO”
La incursión de atletas transgénero en las competencias de alto rendimiento hiere de muerte al sistema deportivo centrado en la diferencia sexual. Los cuerpos trans están destruyendo la base ideológica sobre la que se sustenta la división de la rama varonil y la femenil, y eso obliga a las instituciones a repensar los criterios enfocados en la supremacía. El debate cobra relevancia y mientras las instituciones ensayan cómo superar ese sesgo androcéntrico, Hortensia Moreno, especialista en el tema Mujer y Relaciones de Género, sentencia: “La superioridad atlética no la podemos medir en términos de sexo”.
La inclusión de las personas transgénero en las competencias deportivas anunciada por el Comité Olímpico Internacional (COI) en 2016 puso en la palestra un nuevo debate y éste obligó al organismo a recular: a partir de finales de 2021 dejó en manos de las federaciones deportivas la facultad de decidir en qué condiciones participarán los atletas, pero “sin ventajas competitivas injustas”.
El caso más sonado en los últimos meses es el de la nadadora transgénero Lia Thomas (antes Will Thomas), de la Universidad de Pensilvania, quien hizo la transición y comenzó a competir en la rama femenil a partir de 2021. Esto ocasionó el descontento de sus compañeras, quienes mediante una carta anónima solicitaron a la escuela y a la Ivy League que no le permitan competir con las mujeres, pues en la rama varonil ocupaba el lugar 462
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