El 24 de junio de 1947 es la fecha oficial elegida para situar el nacimiento del Fenómeno OVNI. En pleno contexto de Guerra Fría, donde el mundo se polarizaba entre los dos grandes bloques –Estados Unidos y la Unión Soviética–, a las dos superpotencias les interesaba conocer qué estaba sobrevolando sus cielos. Descartada la sospecha inicial de que se tratara de aeronaves del país enemigo, se especuló con la posibilidad de que los No Identificados fueran naves tripuladas por seres extraterrestres. Sin embargo, 75 años después de que se plantease esta interrogante, el Fenómeno OVNI sigue sin encontrar respuesta satisfactoria.
¿EL PRIMER AVISTAMIENTO OVNI?
“Hubiera dado cualquier cosa ese día por haber llevado conmigo una cámara…”, comentó el piloto estadounidense Kenneth Arnold (1915-1984) después de protagonizar el primer avistamiento, popularizado a través de la prensa, de los recién bautizados “platillos volantes” mientras sobrevolaba, en su avioneta particular CallAir A-2, el monte Rainier en Washington aquel mediodía de un martes 24 de junio de 1947. Se encontraba a tres mil metros de altura cuando, durante casi medio minuto, pudo atisbar una hilera diagonal –que se extendía a lo largo de unos ocho kilómetros– de nueve objetos que cruzaba el cielo a una velocidad que estimó de 2.000 kilómetros por hora (el doble de lo que alcanzaría un avión de pasajeros en vuelo crucero). Los objetos tenían una forma semejante a la de una media luna ovalada en el morro y con la parte trasera convexa.
Sin embargo, fue la descripción de cómo estos objetos se desplazaban en el aire –como si fueran platillos rebotando cuando son lanzados a la superficie del (1917-2011) quien transcribió a los periódicos que los objetos se asemejaban a discos circulares, acuñando así el término de platillos volantes (flying saucers). Y a partir de este gazapo periodístico se inició la iconografía de los futuros avistamientos: muchos testigos aseguraron contemplar los mismos platillos volantes en el cielo… cuando en realidad, lo que había visto Kenneth Arnold se asemejaba más a un bumerán.
