! Por su tacto duro y comportamiento recuerda a los BMW clásicos. Por suerte, no en consumo
redondos clásicos y un habitáculo reducido a lo esencial. Para los locos de la tecnología, el Mazda 3 es como una clínica de rehabilitación rodante. Su motor de gasolina de dos litros es suave y la verdad es que no sorprende por su empuje, a pesar de tener 186 CV de potencia y de contar con un compresor. La parte buena es que el consumo en esta prueba ha sido de solo 5,3 litros. Teniendo en cuenta que el Mazda es más barato que el resto y que tiene una menor depreciación, resulta el ganador final con un coste por kilómetro de solo 35 céntimos.