El milagro económico italiano de la mano de Draghi
ROMA.– La Estación de Milán Central se eleva como una defensa marmórea de la capital financiera de Italia. A sus costados, dos caballos alados coronan el edificio con el mensaje de que “el progreso es guiado por la voluntad y la inteligencia”. Es temprano en la mañana, y la ciudad ya está en plena ebullición. Al entrar en el edificio, los empleados checan el pase covid que certifica que uno ha sido vacunado o ha pasado por la enfermedad.
En esta estación, construida en 1931 en su forma actual, comienza la línea ferroviaria de alta velocidad hasta París. Son unos 800 kilómetros, que ahora el tren bala recorre en apenas siete horas, emitiendo menos gases contaminantes y generando un menor impacto medioambiental. En plena pandemia este último prodigio de los transportes modernos fue inaugurado hace pocos días, el pasado 18 de diciembre.
Italia solía ser considerada la última de clase, una especie de niña rebelde e indisciplinada del bloque, entre los grandes países socios de la Unión Europea (UE).
Luego llegó Mario Draghi.
Durante años, el crecimiento de la economía italiana fue prácticamente nulo, el protagonismo internacional de Roma
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