URRACA DE LEÓN LA REINA INDOMABLE
OS SOBERANOS PODÍAN CONTROLAR SUS TIERRAS Y SUS VASALLOS, PERO NO LAS LEYES DE LA NATURALEZA. Doña Urraca fue, muy a su pesar, la única esperanza de Alfonso VI para continuar con su dinastía. Solamente tuvo un hijo, Sancho, nacido de su amante, conocida popularmente como la “mora Zaida”, pero no sobrevivió a sus años de juventud. El rey se casó en varias ocasiones y puso todo su empeño en concebir un heredero varón. Pero la providencia solamente le otorgó hijas. Así que, rendido ante la evidencia, y sabedor de que su muerte estaba cercana, obligó a los señores del reino a prestar solemne juramento para reconocer a Urraca, su primogénita, como su legítima heredera.
MUERTO EL REY, SU PODER COMO REINA PROPIETARIA NO TUVO NINGÚN VALOR. LOS NOBLES DEL REINO IMPUSIERON LA ÚLTIMA VOLUNTAD DE SU PADRE.
DESTINO INCIERTO
Hasta entonces, la historia de esta infanta leonesa no fue relevante para los cronistas de los grandes hechos y personajes, su segunda esposa. Durante poco más de una década, hasta el nacimiento de su hermanastro Sancho en 1093, Urraca fue la heredera de un rey que seguramente esperaba poderla sustituir pronto por un heredero varón. Mientras tanto, la pequeña infanta fue educada en la corte con tutores personales.
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