EL ESPIRITISTA QUE DESCUBRIÓ LA EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES
Seguramente, a la inmensa mayoría de los lectores Alfred Russel Wallace (1823-1913) les resultará un completo desconocido. En cambio, si preguntamos por Charles Darwin, quien más o quien menos nos dará la siguiente respuesta: fue el padre de la teoría de la evolución. Pues bien, lo cierto es que esta paternidad debería ser compartida con Wallace, aunque el paso del tiempo y el olvido le han impedido disfrutar del reconocimiento científico que merece. Y es que estamos hablando de un naturalista británico que llegó a las mismas conclusiones que Darwin acerca de la selección natural y casi al mismo tiempo que él, aunque siguiendo un sendero distinto. De hecho, el propio Darwin, al recibir una carta de Wallace donde exponía sus hallazgos, no pudo evitar decir: «Jamás vi coincidencia más impresionante; ¡si Wallace tuviera mi borrador escrito en 1842, no habría hecho un resumen mejor!».
¿Por qué entonces, para la mayoría del público, toda la fama sobre el origen de la teoría de la evolución ha recaído en Darwin? ¿Por qué las publicaciones igualmente meritorias y la fructífera labor investigadora de Wallace en torno a la selección natural han quedado a la postre eclipsadas por su colega? En el programa de radio (CMM Radio), dirigido por Jesús Ortega, trasladamos estas preguntas a Juan Ramón Medina Precioso, catedrático emérito de Genética y reciente biógrafo del personaje que nos ocupa con su libro (Guadalmazón, 2021). Para Medina Precioso, «hubo varias causas sinérgicas. En primer lugar, uno de los principales responsables de que todo el mérito se lo llevara Darwin fue el propio Wallace. Él era un individuo muy modesto y siempre que hablaba de la teoría de la selección natural nunca decía ‘la teoría de Darwin y Wallace’ o algo parecido, sino ‘la teoría de Darwin’. De
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