Después de meses de suspenso, el grupo Dassault presento su avión más nuevo de negocios, el imponente Falcon 10X, que promete una disputa reñida con la competencia en el gran mercado de jets de cabina ancha y súper largo alcance. Los franceses eran los únicos entre los fabricantes de aeronaves intercontinentales privados sin un representante en el segmento de modelos con cuatro zonas de cabina y alcance de 7.500 millas náuticas. En esa corrida, Bombardier salió al frente con el Global 7500 y la Gulfstream respondió enseguida, con el G700.
Con previsión de llegar al mercado en 2025, el nuevo Falcon entra en la disputa por el segmento más rentable de la aviación de negocios, teniendo buena parte de los operadores presente en la lista de las 500 personas más ricas del mundo. Son aeronaves con un costo por arriba de los 70 millones de dólares, como es el caso del 10X, que tiene precio básico estimado en 75 millones de dólares. Dos factores ayudan a explicar un lanzamiento de esta magnitud en medio de las incertezas alrededor de la crisis causada por el nuevo coronavirus, con cortes de presupuestos en diversos programas civiles y militares: primero, el elevado retorno proporcionado por la venta de cada avión en esa categoría, y segundo a la valorización del transporte privado en un momento