EL ARTE DE ENCRIPTAR
Cifrar o encriptar una información significa ocultarla a simple vista, de manera que haga falta un procedimiento concreto para poder revelarla. No es algo del siglo XXI: el cifrado ya existía mucho antes de internet. Sabemos que los babilonios utilizaban métodos criptográficos en su escritura cuneiforme, que los antiguos sacerdotes egipcios usaban la escritura hierática (jeroglífica) para transmitir información sin ser comprendidos por el pueblo –que empleaba la lengua demótica– y que algunos escribas hebreos que trabajaban para las élites de poder, entre los años 600 y 500 a.C., invertían el alfabeto como forma de cifrar sus mensajes.
Pero quizá el primer método de espionaje en el que se empleó la criptografía fue la escítala (skytálē) griega, un sistema de cifrado utilizado hace 2,400 años para enviar mensajes secretos durante la batalla. Descrito por Plutarco en Vida de Lisandro, consistía en enrollar en espiral una tira de cuero o papiro alrededor de una vara de madera. Se escribía el mensaje longitudinalmente, se desenrollaba la cinta y se enviaba al receptor, al que se le entregaba una vara como la utilizada. Este sólo tenía que enrollar la cinta a la vara gemela para leer el mensaje original. En criptografía, este método se denomina transposición y consiste en alterar el orden de los elementos del mensaje, cambiar el orden de las letras que lo componen.
Sería Julio César quien desarrollara alrededor del
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