UN CEPILLO DE DIENTES ETERNO
EL LEGADO DE LOS BENVENUTI
Cerca de un siglo antes de que se universalizara el uso del cepillo de dientes -en 1938, gracias al desarrollo del nailon y a la consiguiente incorporación de cerdas artificiales-, Napoleón Bonaparte ya se distinguía por el cuidado excesivo de su higiene dental. El emperador siempre tuvo que hacer las cosas a lo grande: además de conquistar medio mapa terrestre, era un presumido consumidor de regaliz, por lo que jamás olvidaba su neceser con distintos instrumentos para cuidar su sonrisa. Entre ellos, destacaba su cepillo de cerdas de pelo de caballo y mango de plata, bien conocido por la familia Benvenuti, virtuosos italianos de la orfebrería.
A principios de los años 30, en pleno corazón de Florencia, Osvaldo Benvenuti ganaba experiencia como aprendiz de los principales maestros plateros de la época.
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