Por un planeta más justo y sostenible
uando solo era una niña, Jane Goodall recibió el regalo de un chimpancé de peluche al que su padre nombró Jubilee. Este pequeño gesto fue fundamental para que años más tarde esta inteligente y activa mujer se convirtiera en una de las primatólogas, etólogas y antropólogas más reconocidas del mundo. Goodall ha dedicado su vida a una pasión que ya mostró desde joven, la naturaleza, y ahora, a sus 87 años, cuenta con más de 55 años de trabajo a sus espaldas y que han hecho, entre otras cosas, que nos replanteemos la naturaleza de los chimpancés, de los primates e incluso de los propios seres humanos. Una visión cercana y certera que no puede pasar desapercibida y que de la mano del instituto que lleva su nombre ha puesto en el foco del mundo entero la necesidad de, en sus propias palabras, “comprender y proteger a los chimpancés, así como a otros grandes simios y sus hábitats, e inspirar y empoderar a las
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