Otoño
Hace ya unos cuantos años, a punto de volar a Buenos Aires, compré un libro en el aeropuerto. No había leído ninguna crítica suya ni conocía a la autora, pero el texto de la contraportada me sedujo: una historia de emigración y adaptación, la aventura de una mujer y una familia que, como tantas, abandonó España en tiempos adversos en posy la autora se llamaba -se sigue llamando- Andrea Stefanoni. Supe después que se trataba de la gerente de la preciosa librería El Ateneo Gran Splendid, donde siempre presento mis novelas en la capital bonaerense. Y fue mi querido editor porteño, Nacho Iraola, quien propició que nos conociéramos en su casa durante una noche de asado, vino y amigos. A partir de ahí, Andrea y yo trenzamos un vínculo de afecto, viéndonos allá o acá, sabiendo la una de la otra de tanto en tanto. Hasta que, apenas empezó a dar tregua la pandemia, me anunció que había decidido emprender aquel camino de vuelta que su abuela nunca hizo. Y, así, se instaló en España. Con ella traía a su gran perra, Aurora, y una idea de lo más extravagante en estos tiempos: abrir una librería. Una apuesta valiente que acaba de hacerse realidad con La Mistral, en honor a la poeta chilena Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945. Ubicada en pleno centro de Madrid, ocupa un local divino que conocí cuando aún estaba en bruto y que ahora ha abierto sus puertas repleto de buenos libros. Confío en que, entre ellos, se encuentre muy pronto la impactante novela que está a punto de publicar la editorial Alrevés y cuyas galeradas leí en verano: una obra dura y, al mismo tiempo, entrañable, en la que Miguel Ángel Carmona se adentra con crudeza desgarradora -y con un pequeño punto de luz- en el espantoso mundo de la violencia de género.
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