El doble rasero de la política migratoria
En las últimas dos semanas la política de protección internacional de México exhibió su doble rasero: mientras el gobierno federal ofrecía la bienvenida a los 391 nacionales de Afganistán que llegaron al país con visas humanitarias, agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y soldados de la Guardia Nacional (GN) reprimían con insultos y violencia a cientos de personas centroamericanas, haitianas, venezolanas y de otras nacionalidades que salieron en distintas caravanas en Chiapas.
Así, a la par de que medios internacionales y nacionales celebraban la llegada de los refugiados afganos sanos y salvos a este país, organizaciones de la sociedad civil y agencias de la ONU condenaban las agresiones contra los migrantes, algunos con bebés en brazos, y exigían el cese a la violación de los derechos humanos y del derecho a la protección internacional de las personas migrantes en el sureste.
El 25 de agosto, horas después de darse a conocer el rescate de 24 periodistas afganos que colaboraban con el New York Times y de 100 de sus familiares, el diario neoyorquino publicó un reportaje en el cual Ben Smith, el autor de la nota, preguntó al canciller Marcelo Ebrard Casaubon sobre la diferencia en el trato hacia los refugiados afganos y centroamericanos.
El canciller, al que el presidente Andrés Manuel López Obrador encargó el
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