Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos
Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos, segunda película de la fase 4 del universo cinematográfico de Marvel (que arrancaba con Viuda Negra y continuaba con el largometraje que aquí comentamos, con Los Eternos y Spider-Man: No Way Home), trae al cine a uno de los mejores personajes de la galería de héroes de acción de los cómics Marvel, surgido de la afición por las artes marciales que estalló en Occidente en la primera mitad de los años setenta con el ascenso al estrellato de Bruce Lee y el éxito de la serie de televisión Kung Fu, protagonizada por David Carradine (ver recuadro en este mismo artículo).
El Pasado Siempre Regresa
El argumento sigue los pasos del personaje que da título a la película, interpretado por el actor chino-canadiense Simu Liu, un experto en artes marciales que tras haber sido entre-nado como asesino, decide cambiar de vida y se traslada), al que da vida Tony Chiu-Wai Leung, habitual del cine de Wong Kar-wai al que vimos dirigido por este interpretando a Ip Man, el maestro de Bruce Lee, en la película . Presente en la vida de Shang-Chi desde la infancia y responsable de haber intentado convertirle en uno de sus asesinos, Wenwu reaparece en la vida del protagonista para reproducir la tensión existente en los cómics entre el personaje original de las viñetas y su padre, Fu Manchu, aunque Kevin Feige, presidente de Marvel Studios, ha descartado que en la relación paternofilial se haya hecho un guiño a los Darth Vader y Luke Skywalker de que en todo caso son posteriores a los cómics de Shang-Chi. Según Feige afirma que no hay momento “Luke, yo soy tu padre” en la película, porque en todo momento el protagonista sabe quién es su padre, al que acusa de ser un asesino, y precisamente por eso trató de escapar de su influencia reinventando su vida lejos de él.
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