DIOS ES MI DOCTOR
Cuando yo era niño, mi abuelo materno solía pasar largas temporadas en casa, en especial durante los meses de invierno. En aquellas estancias, no era raro ver en su habitación unas llamativas botellitas de plástico con la forma de la Virgen de Lourdes y rellenas con agua procedente del santuario, que algún conocido le traía cada cierto tiempo. Como ferviente católico y devoto de la Virgen, mi abuelo estaba convencido de que aquella agua era milagrosa, y no dudaba en tomarla para mitigar cualquier mal (una jaqueca, por ejemplo), e incluso se frotaba con ella las articulaciones para calmar el dolor de su artrosis.
Al igual que el padre de mi madre, millones de personas de todo el mundo están convencidas de las propiedades milagrosas del agua que brota en la gruta donde, según los creyentes, la Virgen María se apareció en 1858 a la pastorcilla Bernadette Soubirous. De hecho, cada año acuden hasta allí 3,5 millones de visitantes –hace unos años la cifra alcanzaba los 5 millones–, y gran parte de ellos lo hacen con la esperanza de sanar de los males que los aquejan. Algunos incluso afirman haberse convertido en protagonistas de un milagro.
La ciencia no cree en milagros, pero sí tiene interés –y mucho– en comprender y encontrar una posible explicación científica a estos episodios. Ese es el objetivo, por ejemplo, de un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Graz (Austria). El estudio, dirigido por la psicóloga clínica Anne Schienle, reunió a 37 mujeres de fuertes convicciones cristianas y convencidas de las benéficas propiedades del agua de Lourdes. En dos sesiones separadas por una semana, a las mujeres se les dio a beber de una botella etiquetada como «agua de Lourdes» (en la primera sesión) y de otra marcada como «agua del grifo» (segunda sesión), antes de someterlas a una prueba de resonancia magnética para registrar cualquier cambio en la actividad cerebral. En realidad, la bebida era en ambos casos simple agua del grifo, pero los investigadores hicieron creer a las participantes que una de ellas procedía de Lourdes para estudiar el posible efecto de la sugestión. El resultado fue bastante revelador…
AGUA «MILAGROSA»
Cuando bebieron el agua que creían
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