La moda que viene
Este año se cumplen casi 80 desde que se celebrase la primera semana de la moda en Estados Unidos y 84 desde que Elsa Schiaparelli popularizara el concepto de colaboración entre disciplinas a través de su célebre ‘vestido langosta’, que firmó junto a Salvador Dalí, y que daría lugar a un sinfín de alianzas creativas posteriores. Anclados en el mismo formato desde entonces, la celebración de los desfiles que mostraron las colecciones para esta temporada fue la primera en cuestionar el futuro de un modelo de negocio considerado rígido y costoso, especialmente para las marcas pequeñas. Porque, si nada ha vuelto a ser igual desde la pandemia, tampoco lo iban a ser las fashion weeks. No es que antes del coronavirus no se escuchasen voces que cuestionaban este engranaje hasta ahora inamovible, pero tuvo que llegar 2020, con su afán de ponerlo todo patas arriba, para que todo se precipitase y la industria comenzase a cambiar como no lo había hecho en décadas.
En el caso de Nueva York,el nombre es lo primero que llama la atención de una edición en la que todas las presentaciones se celebraron en formato digital. La antigua New York Fashion Week ha dado paso al American Collection Calendar, cuya principal diferencia con su predecesora es la inclusión de todos los diseñadores americanos dentro del calendario. De esta manera,algunos se ajustaron al calendario oficial mientras que otros eligieron una fecha diferente en función de su estrategia comercial, algo que parecía impensable cuando prensa y compradores asistían a los desfiles. Pero si algo nos han enseñado estos últimos meses es la necesidad de aprender a convivir con la incertidumbre, un desasosiego que (al menos) sirvió como un resorte impulsor de esquí más de moda de Italia y con muchísima distancia social, la diseñadora reinterpretó con maestría la estética montañera y confirmó el cambio de rumbo de las raíces románticas de Miu Miu.También el bosque nevado de Thom Browne y la playa de invierno de Cecilie Bahnsen funcionaron como asociaciones que invitan a escapar y se alinean con la conversación de la sociedad, esa que celebra la vida en espacios al aire libre como paradigma de seguridad en tiempos de la COVID-19.
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