LA EDAD MEDIA ES UNA ÉPOCA EVOCADORA PARA TODOS LOS QUE NOS SENTIMOS ATRAÍDOS POR EL ESTUDIO DE NUESTRO PASADO. En nuestra imaginación ha quedado grabada la existencia de grandes castillos, poderosas reliquias, seres mágicos y afamados caballeros cabalgando a lomos de hermosos corceles para luchar en heroicas batallas. En esta visión, a veces estereotipada de los siglos medios, no podían faltar las órdenes militares, especialmente los templarios, por haberse relacionado con alguno de los episodios más enigmáticos de toda la Edad Media y por las extrañas circunstancias en las que se produjo el final de estos monjes guerreros.
La característica que mejor define a los órdenes militares es la combinación de modos de vida militares y religiosos. Por supuesto, la pertenencia a alguna de estas órdenes era algo extremadamente prestigioso, ya que ponía al caballero en una posición cimera dentro de la estructura social por el enorme prestigio adquirido y, en algunos casos, por el poder económico que obtuvieron en sus respectivos reinos. En su origen, surgieron como reacción espontánea de un grupo de caballeros cristianos decididos a arriesgar sus vidas para poder proteger a los peregrinos y las tierras recién conquistadas en Oriente.
MONJES-GUERREROS
La orden de los Caballeros del Templo o templarios fue una de las primeras en fundarse, en 1118, con el objetivo de proteger el Santo Sepulcro en Jerusalén. A los templarios se les reconocía por vestir una capa blanca sobre la que destacaba una cruz roja y por sus austeras costumbres. Desde el principio a esos Pobres Caballeros de Cristo, se les vinculó con la posesión de las más famosas reliquias de la Pasión y la enorme riqueza acumulada, lo que provocó su triste final a principios del siglo XIV durante el reinado de Felipe IV de Francia.