Como a cualquier músico que tiene la suerte de tener el reconocimiento suficiente para habitar en ese eterno ciclo de grabar música para luego viajar tocándola en vivo, la pandemia le impuso a Francisca Valenzuela un receso obligatorio. Una total anomalía que se acentúa, además, por una historia de vida nómade que la tenía viajando constantemente entre Chile y California, su lugar de nacimiento y donde todavía vive parte de su familia.
Por si fuera poco, a principios del año pasado la cantautora chilena reapareció musicalmente con La Fortaleza, su cuarto álbum de estudio, que ponía fin a un silencio discográfico de seis años y que marcaba también su primer trabajo lanzado con el impulso de un sello multinacional. La artista apenas pudo realizar un pequeño puñado de los varios shows que tenía agendados para promocionarlo, incluyendo un tenso paso por el Festival de Viña del Mar.
Luego de buscar la manera de adaptarse a esta nueva realidad y perfeccionarse a través de cursos de composición y producción musical, Valenzuela ha entrado en un trance creativo que la tiene haciendo varias maquetas de