Mitigación, adaptación y resiliencia culturales
En febrero de 2003 se desencadenó en el norte de Sudán uno de los conflictos de mayor envergadura en los últimos tiempos. La comunidad internacional vio con enorme tribulación cómo este cataclismo social derivaba en uno de los genocidios más patéticos que registran los anales internacionales. El Consejo de Seguridad de la ONU hubo de intervenir y resolvió formalizar la Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur (Operación UNAMID).
Las cifras escapan a cualquier imaginación: más de medio millón de decesos y cerca de seis millones de personas desplazadas. Esta matanza es únicamente comparable a la de Ruanda de julio de 1994, cuando el gobierno hutu de ese país exterminó casi por completo a la tribu tutsi (Coalición para la Justicia Internacional).
Las causas del genocidio en Sudán fueron atribuidas a un antagonismo ancestral entre árabes y la comunidad negra, confrontadas por el racismo y la discriminación. La raíz de este conflicto es empero multifactorial; el catalizador fue un colapso ecológico provocado por la
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